viernes, 14 de agosto de 2015

Mi experiencia con los videojuegos: La DS

Como ya dije en mi otro artículo, me crié con consolas. He tenido todas y cada una que Nintendo sacó: las de sobremesa con dos mandos y las portátiles.

Quería profundizar un poco más sobre mi infancia y sobre lo que pueden llegar a significar unos cuantos bits juntos con un control y un joystick. Además, contar experiencias mías creo que os gustará y os sentiréis identificados de una forma o de otra, y me encantaría también escucharos sobre vuestras infancias y anécdotas.

Esta vez quiero hablaros de cuando era muy pequeña, y remontarme a la época de la DS. Acababa de dejar atrás mi vieja GameCube, cosa que me entristeció muchísimo, puesto que no he tenido una consola mejor (mi opinión) en mis manos. De vez en cuando la seguía cogiendo, chollo que se me acabó con el paso de los años, pero ya había aceptado que no saldrían más juegos y que se había quedado atrás.

Pero la DS me ilusionaba un montón: Era táctil y no conocía muchas cosas que lo fueran. De hecho, fue la primera cosa con tal función que tuve en mis manos.Y lo de abrir, cerrarlo y todo eso me fascinaba. No recuerdo cuales fueron mis primeros juegos de DS, pero creo que fue el Nintendogs. La viciada que me llevé con esa portátil fue impresionante, no creía que la tecnología hubiera avanzado tanto. Y los juegos que tengo de esa consola no fueron pocos: en realidad tenía ocho o nueve juegos en cada plataforma, de DS no los he contado nunca pero puedo asegurar que son muchos, o al menos a mí me lo parecen. 

Tenía claro, a pesar de que me sentía un poco distinta del resto, que me gustaban los videojuegos y que nadie iba a poder cambiar ese hecho. 

Quizás lo mejor era esperar con ganas a que llegara esa entrega que tanto necesitaba, que llegase el día y mis padres me acompañaran a comprar aquel título. Por ejemplo, me acuerdo cuando por fin pude comprarme el Pokémon Heartgold, la remasterización de mi Pokémon favorito, y no me aguante por lo que lo abrí en el coche. El mareo que pillé fue horrible, pero se repitió muchas veces.


Las Navidades se hacían eternas esperando a que debajo del árbol estuviera ese Profesor Layton tan deseado de cada año. La espera era insufrible. Incluso dos años llegó también con Hotel Dusk y su secuela, todavía lamento no haber podido disfrutar más de esa saga. Pero abrir los regalos por la noche y jugar con el profesor y su ayudante hasta quedarme dormida el día de Navidad era un hecho, y recuerdo todos los momentos de aquel día con la nueva entrega y el nuevo misterio que me planteaban. Me subía el hype durante todo el año, informándome y estando atenta de lo que iba a ocurrir en la nueva entrega, y cuando por fin llegaba los jugaba de golpe porque no podía aguantar más.



Las horas que pasé con el Animal Crossing fueron inexplicables. Jugaba por la mañana antes de ir a clase, cerraba la DS sin apagarla y cuando volvía jugaba antes y después de comer. La llevaba siempre que podía conmigo, en un bolso o una mochila, y la utilizaba por la calle. Si quedaba con un amigo y nos llevábamos la consola con el Mario Party o el Mario y Sonic y jugábamos un rato, lo pasaba mejor que mejor.

Incluso tenía un colega, que sigo viendo a menudo, con el que quedaba para ir al parque y echar un combate pokémon. Era muy putada, porque tenía todo el equipo al nivel 100, así que solo permitíamos máximo nivel 70 para que estuviera igualado. La verdad es que no nos lo pasábamos nada mal. Recuerdo que siempre eran combates dobles. Con dos amigas mías, hacíamos concursos de moda en Style Boutique.

Cuando iba a tomar algo con mis padres, la portátil se venía conmigo sí o sí. Era indispensable para no aburrirme.

El Sonic Rush, el Pokémon Diamante, el Mundo Misterioso, el Pokémon Ranger y el Mario Slam Basketball llegaron también a mi estantería para robarme unas cuantas horas de mi vida.



Siempre he preferido las consolas de sobremesa. Prefiero sentarme en el sofá a llevarme mi DS a donde quiera que vaya. De hecho, cuando tuve que elegir entre la Wii U y la 3DS, preferí sin duda el GamePad que me ofrecían. Pero la portátil no tardó en caer, porque los nuevo Profesor Layton eran tan importantes para mí como respirar.

No olvidemos que la DS me permitía jugar a mis viejos juegos de GBA, cosa que se fue con la 3DS. Perder la GBA y la GameCube con la llegada de nuevas consolas fue duro para mí, pero supongo que son cosas que ocurren cuando te haces mayor.

A día de hoy no tengo muchos amigos con 3DS, y si la tienen por desgracia no compartimos el mismo catálogo de juegos (algún día encontraré a alguien que tenga el Kid Icarus: Uprising... O echaré una batalla contra otro ejército de Fire Emblem: Awakening), así que solo la uso cuando estoy sola en realidad,

No he visitado ningún pueblo vecino en el Animal Crossing ni he echado carreras en el Mario Kart 7, ni tampoco he tenido el placer de echar un combate Pokémon desde que tengo esta nueva consola. Lo dicho, solo la uso para jugar sola. Quizás por eso la tengo un poco abandonada y no es como antes que me pasaba horas y horas, y no podía evitar llevarla a dondequiera que fuera.


1 comentario:

  1. Mi historia con la DS es más o menos igual, y para mi, aunque haya tenido consolas antes de esta, la considero la que me hizo enamorarme completamente de los videojuegos. ^_^ Aun recuerdo la sorpresa que me lleve cuando mis padres por navidad me regalaron la consola con el Pokemon Diamante.

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