Como ya dije en mi otro artículo, me crié con consolas. He tenido todas y cada una que Nintendo sacó: las de sobremesa con dos mandos y las portátiles.
Quería profundizar un poco más sobre mi infancia y sobre lo que pueden llegar a significar unos cuantos bits juntos con un control y un joystick. Además, contar experiencias mías creo que os gustará y os sentiréis identificados de una forma o de otra, y me encantaría también escucharos sobre vuestras infancias y anécdotas.
Esta vez quiero hablaros de cuando era muy pequeña, y remontarme a la época de la DS. Acababa de dejar atrás mi vieja GameCube, cosa que me entristeció muchísimo, puesto que no he tenido una consola mejor (mi opinión) en mis manos. De vez en cuando la seguía cogiendo, chollo que se me acabó con el paso de los años, pero ya había aceptado que no saldrían más juegos y que se había quedado atrás.
Pero la DS me ilusionaba un montón: Era táctil y no conocía muchas cosas que lo fueran. De hecho, fue la primera cosa con tal función que tuve en mis manos.Y lo de abrir, cerrarlo y todo eso me fascinaba. No recuerdo cuales fueron mis primeros juegos de DS, pero creo que fue el Nintendogs. La viciada que me llevé con esa portátil fue impresionante, no creía que la tecnología hubiera avanzado tanto. Y los juegos que tengo de esa consola no fueron pocos: en realidad tenía ocho o nueve juegos en cada plataforma, de DS no los he contado nunca pero puedo asegurar que son muchos, o al menos a mí me lo parecen.
Tenía claro, a pesar de que me sentía un poco distinta del resto, que me gustaban los videojuegos y que nadie iba a poder cambiar ese hecho.